Nací un día de lluvia cuando mis padres acabaron de devorarse el sol juntos. A la orilla de un enorme río, lleno de troncos caídos como se les llama a los yacarés. Ese día mi madre cantó tan fuerte que temblaron las estrellas, y mi padre quedó mudo de espanto al ver mi piel cubiertita de placenta y jugos. Yo también lancé un aullido, un lloro casi. Estoy viva. Nada más sé eso. Vivo con el culo al aire.